diciembre 01, 2009

Blackout, o... Revelaciones

A veces, mi cuerpo da cuenta de la falta de oxígeno. Las pobres moléculas de hemoglobina no avanzan lo suficientemente rápido por el torrente sanguíneo para satisfacer las necesidades del mismo, a causa de una disminución en la presión cardíaca. Irónicamente, pensar en el plasma sanguíneo acentúa el efecto. Por suerte, con el tiempo (y algunas experiencias no gratas), aprendí a anticipar el efecto y tomar las precauciones necesarias. Hoy volvió a suceder, y fue horroroso, pero al mismo tiempo, revelador. Una vez más, me sentí fuera de este mundo, estaba en la nada misma. El hecho de recuperar la conciencia parece casi milagroso. Me pregunto si las personas en coma sentirán eso mismo, o simplemente despertarán de un sueño "normal". Sin embargo, hoy fue distinto, hoy se prolongó durante más tiempo, es decir, no lograba estabilizar la presión, y estuve más tiempo en esa "región" en la que no siento nada, ni puedo moverme, pero aún así puedo pensar vagamente. Se siente de lo más extraño, peor que en la pérdida de conciencia misma. Todavía me duele la cabeza... Digo que el fenómeno es revelador porque activa horas y horas de posterior trabajo mental en el que sorpresivamente veo todo mucho más claro, como cuando pasa algo terrible. Ahora voy a desarrollar esa idea... Por otro lado, en relación a la salud, no hay tanto de qué preocuparse (simplemente porque no hay nada que hacer, ya me lo han dicho), hay que ser optimista. Todo bajo control.

La cuestión es... ¿Por qué a veces perdemos de vista la importancia de ciertas cosas? La pregunta "¿Qué es lo más importante?" o su equivalente en cada caso es, creo yo, lo más importante, ya que si nos la hacemos reducimos en mucho la estúpida posibilidad de asignar falsas prioridades ante una determinada situación; error que (y este es el eje de la cuestión) lamentablemente, a veces es irreversible (sí, aprenderás, ¿pero a qué costo?). Sé que esto suena idiota, pero como personas que somos a veces necesitamos que nos lo recuerden. Es decir, esto es implícito, sin embargo la fatal pérdida de criterio puede suceder, y de hecho, sucede. Errare humanum est. Sí, este es el tipo de pensamientos que cruzan nuestra mente cuando una tragedia está a punto de suceder y uno lo sabe, o ya ha sucedido, o se está en una situación muy crítica... Lamentablemente me ha pasado muchas veces este año, pero lo que quería remarcar es que también pienso en todo esto cuando ocurre todo lo citado más arriba. Es, en cierto modo, extraño e interesante al mismo tiempo.

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