Una sombra gris se desplazaba sigilosamente por la ciudad gris. Sus grises calles invadía, y en los rostros grises, azotados por una gris cortina de agua, se reflejaba un sentimiento gris. Un ciudadano gris, bajo un gris tapado, avanzaba lentamente. A su lado, los grises edificios aparecían y desaparecían detrás de la niebla gris. Y aunque una enorme nube gris cubría el cielo, anunciando una tormenta gris, su paraguas Azul lo protegía. De repente, él paró en seco y lo observó, y en su cara se dibujó una sonrisa blanca, y una explosión de colores surgió de ella. Prepotentes, ellos se abalanzaron sobre las grises superficies, empapándolas con entusiasmo. Mientras los pigmentos se impregnaban en las vestimentas, colmando de felicidad a sus portadores, la luz se abría paso entre las sombras... ya nada era gris.
Hace 4 años.
al escribir esto creaste una musa, me llenó de inspiración.
ResponderBorrartenés tantos colores... :)